“Áine es una diosa del cielo en la mitología celta y la reina de las hadas irlandesa. Como deidad, viaja por el espacio y es hija del dios del mar. Es una diosa de la fertilidad en cuyo honor se celebraba la fiesta de la noche de verano, que después se transformaría en la fiesta de San Juan “
Mediante el movimiento, los gestos y la interacción entre los cuerpos damos vida a un reflejo de lo que fluye y crece día a día en el fuero más interno del inconsciente y lo que nos hace reconocer, legitimar y abrazar los cambios para poder evolucionar.
El momento presente, es decir, la existencia misma, puede destellar por acción o evento. En el transcurso de esta epopeya de Gaia, escrita en el lenguaje de la danza, la reverencia a la vida choca con el deseo generalizado de posesión de la humanidad.
¿Se desvanecerá la mística del poder creativo con la posibilidad de la evolución?
La mística nunca desvanece, la humanidad siempre consigue la manera de evolucionar, sobrevivir y transcender… pero no lo hará sin antes saber qué la mueve por dentro. Para superarse debe irse a dentro a conectar con su fuerza y reconociéndose entonces podrá adaptarse y evolucionar.
Esta obra surge de la búsqueda y el reconocimiento de la esencia, del deseo profundo, del motor interno.
¿Qué hacemos con la mirada fuera?
El desarrollo de los potenciales y la apropiación de recursos que toda mujer tiene dentro suyo, hacen que éste sea un viaje de descubrimiento y reencuentro con los anhelos más profundos. Desde dentro surge el movimiento que origina vida, desde dentro surgen las conexiones que generan vida, desde dentro sucede el primer.
Sentimos la conexión desde el principio. La atención. No se detiene. Profundo, tan profundo y discreto como un depredador en el desierto que debe cazar a su presa sin ser visto.
Una pieza inspirada en la Diosa Celta, representante del amor puro, la sexualidad y también vista como diosa del aire. Representa la virtuosidad de la mujer y también su valentía. Basándonos en su historia mitológica Áine fue una mujer abusada sexualmente que en vez de victimizarse o callar su abuso, decidió defenderse logrando vengar su maltrato. Esta valentía la llevo a la muerte por disputas de poderes y de egos. Tras su muerte siguió siendo reconocida por su tribu y se convirtió en un símbolo de lucha, resiliencia y guardiana de todas aquellas mujeres con vivencias de violencia o abusos.
Hoy tomamos de esta mitología las características de la Diosa Celta Áine para llevar sus valores a un espacio escénico; a la danza. Con la pieza Áine hablamos de resiliencia, de acompañarnos, de empoderamiento, de creer en nuestro potencial y en algunos casos de la valentía de haber sido supervivientes. Una coreografía inspirada en todas aquellas mujeres que hoy podrían estar presentes pero no lo están. Inspirada en aquellas mujeres que aún seguimos luchando.